El estruendoso ruido de una moto me hace abrir los ojos, con ellos los otros sentidos se agudizan. Escucho radios, gritos de hombre apenas comprensibles y pasos acelerados; ya estoy acostumbrado a este ambiente azaroso así que cierro mis ojos y me pierdo en la nada otra vez.
Ahora son los cañonazos de arma de fuego los que interrumpen mi tranquilidad, pero soy yo el actor criminal
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